Hace ya tres años del lanzamiento del primer episodio de Life is Strange y, desde entonces, se ha convertido en una saga con identidad propia. En esta segunda entrega dejamos atrás la historia de Max y Chloe y nos centramos en Sean Diaz, un adolescente de Seatle de ascendencia mexicana aficionado al dibujo y los cómics (y un poco furry). Sin embargo, su tranquila vida de adolescente de instituto cambia cuando un policía dispara a su padre y se desata una misteriosa explosión. Entonces Sean intentará huir con su hermano Daniel al pueblo de su familia, Puerto Lobos.
El planteamiento de este juego es una apuesta arriesgada, primero por no tener a las anteriores protagonistas y segundo por contar una historia de hermanos en lugar de una de carácter más romántico como en Before the Storm. Desde la introducción queda claro que el racismo será un tema central en la trama, habiendo despertado esto una cierta incomodidad entre los llamados gamers. No es que Life is Strange haya estado exento de temas delicados, la primera entrega trataba el suicidio, el aborto, los abusos sexuales a menores e incluso tenía un capítulo entero dedicado a la eutanasia, sin embargo colocar a un personaje explícitamente racista (referencias a Trump incluidas) como villano ha picado más de lo que debería.
Los nuevos protagonistas resultan ser un cambio muy fresco. La dinámica entre Sean y Daniel es más agradecida que la de Max y Chloe. Si bien el juego mecánicamente se mantiene igual, es decir, nos movemos por escenarios cerrados investigando y husmeando, el añadido de Daniel le sienta bien. Resulta una especie de brújula moral como lo fue Clementine en el primer The Walking Dead y hará que sopesemos un poco más nuestras decisiones. En mi caso esto desembocó en que mi Sean fuera más precavido a la hora de afrontar enfrentamientos y prorizara la seguridad de su hermanito ante todo. En ciertos momentos podremos realizar una serie de acciones con Daniel, pudiendo consistir en conversaciones que añaden profundidad a los personajes, juegos y actividades en conjunto. La manera de hablar de los personajes ha mejorado considerablemente y las conversación son algo más orgánicas, se nota que se han reducido las interacciones entre adolescentes.
En lo que sí que sorprende esta secuela es en la propia estructura narrativa. En el primer Life is Strange nos movíamos siempre en los mismos escenarios, eso tenía sentido, ya que el grueso de la trama consistía en la investigación de una desaparición local. Aquí nos encontramos con una huida hacia delante, sin ningún modo de saber lo que nos deparará el futuro o sin soluciones a la vista, sólo un mapa que nos recuerda el camino recorrido. No hay un villano contra el que enfrentarnos, pero sí una inseguridad constante, no dada por la amenaza de un tornado mágico, sino por la desconfianza que produce ser dos críos latinos en un entorno que puede o no ser racista con ellos. No sabemos hasta que punto esta nueva estructura afectará a los personajes secundarios, personalmente, creo que varios tienen aún potencial por ofrecer.
Los Life is Strange ya tienen una estética propia, Dontnod sabe muy bien sacarle provecho a sus gráficos y es algo que eché mucho de menos en Vampyr. Aquí nos encontramos con una mejora considerable respecto al primero aunque la esencia sigue siendo la misma: paletas de tonos cálidos, ropa hipster para los adolescentes, aberración cromática en los fondos y esas texturas poco realistas con un acabado de brocha gorda que terminaban de darle el toque pictórico y un poco de imagen de Instagram. Los modelados y animaciones (especialmente las faciales) están mucho mejor y los escenarios, al ser en su mayoría entornos naturales, salen ganando.
Poniéndome tiquismiquis, le puedo sacar un defecto al juego y es que la mecánica de dibujar no está demasiado inspirada. Sustituye a las fotografías que sacaba esporádicamente Max y el resultado es igual de bonito, pero me llama la atención que un proceso tan divertido como el de garabatear en un cuaderno se haya convertido en una mecánica de pulsar la x un rato y luego mover el gatillo. Aunque se les perdona porque el diseño del cuaderno de Sean es bastante más chulo que el de Max.
Aunque aún es pronto para juzgar ya que los Life is Strange suelen pinchar en los finales, este episodio no podría empezar mejor. Lo que recuerdo con más cariño del primer juego es pasar horas y horas leyendo teorías conspiratorias de los fans, y, de momento, ya he visitado el reddit de Life is Strange 2 un par de veces. Lo están haciendo bien.