Jugar para reir Zenith – Análisis

¿Tienen que ser los juegos divertidos? Muchas veces nos lo hemos preguntado en esta santa casa, quizá no tantas veces en el podcast o en textos pero en las lineas internas se ha debatido en muchas ocasiones sobre este tema. En los últimos años han aparecido juegos como The Begginer’s Guide que, pasando de todas las discusiones sobre si es una experiencia o un videojuego, realmente no es divertido. Sin embargo, a la hora de votar el GOTY 2015, esta obra salió a la palestra como número 1 de muchos de los contertulios de podcast y consiguió alzarse con el galardón, The Begginer’s Guide no es un juego que divierta, es profundo y te puede dejar hecho polvo con lo que cuenta y la forma que tiene de contarlo, pero no se puede decir que divierta. Al entrar en este debate, mucha gente olvida que puede que no tengan que ser divertidos pero mucha gente únicamente busca eso. Y por otro lado, ¿Qué videojuegos son divertidos?, porque no es lo mismo que un juego entretenga a que divierta. Partiendo de lo que es para mi que es algo divertido: cualquier cosa que entretenga y que me haga reír a la vez, ¿Cuantos juegos que no sean de Nintendo puedes recordar que hagan eso? Infinigon se ha propuesto aumentar esa lista con su primer juego, Zenith.

Después de una banda sonora inicial preciosa que recuerda a To Zanarkand de Final Fantasy X, empezaremos nuestra aventura en Zenith. Encarnamos a Argus Windell, un arcanólogo que busca un antiguo templo, hogar de un cetro mágico que podría ayudarles a ganar la guerra contra La homogenie (los elfos). Al poco de estar jugando y pese a que nos ascienden al acabar con éxito nuestra misión, nuestro protagonista deja sus labores de investigación y se hace pocionero. Pero eso cambia cuando aparece Alana, una aventurera que busca una gruta en las montañas cerca del pueblo donde ejerce Argus. Partiendo de esta premisa podemos decir que Zenith no tiene el argumento más original del mundo, pero tampoco lo busca. La historia no es mala pero lo que brilla con luz propia en el juego es la forma de contarla, habrá momentos de inevitable carcajada e incluso aplausos durante algunas escenas de vídeo. Los diálogos entre los personajes son sarcásticos, mordaces, en ocasiones muy dañinos y, sobretodo, extremadamente castizos.

Para crear este juego se han fijado mucho en los grandes, como el la gran saga de LucasArts, Monkey Island, para las escenas de vídeo. Cuando sucede la primera, si has jugado a estos juegos, es casi imposible que no te salte a la cabeza la parte de los hermanos Fetuccini de la primera aventura de Guybrush. A la hora de su gameplay, los creadores de Zenith también se han fijado en otros pesos pesados de la industria como Diablo o The Legend of Zelda y el resultado, pese a que en PC con teclado y ratón se haga algo tosco de primeras, es satisfactorio. Los combos, tanto de ataques físicos como mágicos, son vistosos y espectaculares aunque no haya mucha variedad. Hay tres tipos de armas físicas (espada, martillo y guante) y cada una tiene un combo dependiendo de su elemento (fuego, tierra y agua), y los ataques mágicos dependerán de la joya y pergamino que tengamos equipados y hay únicamente una por elemento. El juego también tiene un sistema de talentos, muy parecido al de juegos como el Word of Warcraft. Gracias a él, podremos obtener puntos de resistencia, regeneración de vida y ataques extra para los combos, dándoles mayor espectacularidad. Y pese a que el árbol de talentos es bastante sencillo, si lo juntamos a los tipos de armas y armaduras que nos encontraremos, le da al jugador algo de personalización.

Los fallos que le podemos achacar al juego no son muy graves, más aun viniendo de un estudio indie de unas 6 personas. Son pequeños detalles que en algún momento pueden mermar ligeramente la experiencia de juego, como por ejemplo el movimiento de la cámara en el mapamundi, que se controla con el ratón y es algo caótica; el movimiento evasivo del personaje acaba con él de pie, quedándose parado un instante y restándole dinamismo; en ningún momento entramos a un edificio o zona, simplemente le damos a interaccionar y nos teletransportamos dentro, los bucles de la música se hacen repetitivos en zonas grandes. Pero aunque tenga estos fallos, en cuanto empezamos una conversación y leemos una frase de Argus, la risa nos hace olvidar todo lo que ha pasado. Porque Zenith es un juego para reírnos con él. Si no venimos de otros action-rpg, el gameplay se nos puede hacer algo repetitivo, pero siempre te apetece avanzar más para ver la siguiente conversación y continuar con la historia, que como ya he dicho antes, no es la más original pero es entretenida.

Mientras jugaba a Zenith he intentado recordar la última vez que reí a carcajada limpia con un videojuego y lo primero que me venía a la cabeza eran los citados Monkey Island, en especial los primeros. Las obras de Ron Gilbert, Tim Schaffer y Dave Grossman conseguían sacarte sonrisas casi a cada paso y, a día de hoy, lo sigue haciendo. Y al juego de Infinigon le ha faltado poco para conseguirlo, además de por sus diálogos y las situaciones que plantea la historia, es una obra plagada de guiños a la cultura popular: Geralt de Rivia, Metal Gear, Monkey D. Luffy, Cloud, Tidus, Aeris, Booker y Elizabeth, referencias a un ladrón que rompe vasijas y viste de verde, Terry Pratchett, Voldemort, Goku y las bolas de dragón, la negativa de Argus de hacer cualquier misión de recolección para nadie, etc. En cada posada que nos encontremos puede haber uno de estos personajes, o incluso más. Consiguiendo que durante casi todo el juego, tengamos una sonrisa perpetua dibujada en nuestra cara y es algo digno de mención.