¿Y ahora qué, Newton? Gravity Rush Remastered – Análisis

Las portátiles y yo tenemos un problema, no podemos existir en el mismo espacio físico, porque si así ocurre mi productividad se va al garete. Y eso es un problema mayor por culpa de mi trabajo de taxista, por eso de que las paradas están ahí y puedes continuar las partidas en el momento que te dé la gana. Sobre todo me molesta en el momento que sale algún juego interesante, y yo tengo que decidir no comprarme una consola nueva por si cualquier día mi fuerza de voluntad cae y me la llevo al trabajo. Por eso cada vez que se reedita algún juego de 3ds o Vita para sus hermanas mayores, suelo cazar la oportunidad al vuelo. Es verdad que no ocurre muchas veces, pero con los juegos realmente buenos suele ser cuestión de tiempo. Es el caso de Gravity Rush.

Y lo llamo buen juego por una razón muy sencilla: donde otros estudios simplemente habrían decidido obviar las limitaciones que implica una portátil, aunque sea una potente como la Vita, el Japan Studio decidió hacerse fuerte en ellas. Me explico: su mecánica principal es el poder modificar la gravedad a nuestro antojo dentro de un límite de tiempo que podremos ir alargando, pero eso no es lo importante. En lugar de utilizarlo sólo durante el combate, o como algo excepcional contra enemigos realmente poderosos o jefes finales, la capacidad de modificar la dirección en la que nos atrae la gravedad está presente en todo el juego, algo que puede parecer que podría llegar a cansar. Pero el golpe de genialidad llega en el momento en que nos damos cuenta de que realmente para lo que se está utilizando es para desplazarnos a toda pastilla por el escenario, sin abusar mas de la cuenta de nuestro tiempo. Jugando en Ps4 puede que resulte algo nimio, pero si pensamos en el tiempo medio que le brindamos a un juego en portátil la cosa no suele prolongarse mucho más que unas cuantas paradas de metro, y todo lo que sea ahorrarnos trámites redunda de manera inmediata en la diversión. A esto colabora también la posibilidad de investigar el entorno desde varios enfoques, porque si bien la gravedad sirve para dejarnos ir rápido de un lugar a otro, incluso arriesgándose a que no veamos el nivel de detalle al que llega la ciudad de Hekseville, su principal efecto secundario es convertir la exploración del mundo en una serie de pequeños puzzles, unos desafíos que exigirán exprimir ese poder al máximo para conseguir más orbes que nos permitan mejorar a Kat. Para que os hagáis una idea, el mapa está planteado de manera similar a un ejercicio de dibujo técnico, exigiendo tener en cuenta todas las perspectivas posibles para obtener una idea homogénea del entorno.

La pena es que las aplicaciones al combate no sean demasiadas. No me malinterpretéis, son suficientes para no cansar en ningún momento e incluso permitirnos juguetear con varias opciones, pero es el único punto donde se percibe cierta intención de no complicarse la vida en exceso. El juego era para Vita, y por muy bien que se jugase en comparación con el resto de portátiles, el riesgo de hacernos un nudo con los dedos estaba ahí. Y parece que el escollo se salvó a costa de no intentar algo mas profundo, más rápido, aunque supongo que una lista de movimientos tan modesta solo supondrá un verdadero problema a los enfermos de la escuela Platinum. La cara positiva es que cada uno tiene una utilidad muy marcada, y el juego nos obliga a utilizar prácticamente todos si queremos salir bien parados de cualquier pelea. Aun así, aprovechar la remasterización para añadir algún pequeño detalle en forma de combo o nuevos ataques desbloqueables en la tienda se hubiera agradecido, y el salto a sobremesa se justificaría un par de puntos más.

En cuanto a lo visual, lo cierto es que no necesitaba más, y salvo una distancia de dibujado mayor y una resolución de 1080p, el juego no aporta grandes novedades. Ni falta que hace, porque el cell shading sigue escondiendo más que solventemente todas las vergüenzas que podía traer consigo un hardware como el de Vita. En todo momento el nivel artístico es más propio de un triple A que de un juego de portátil, y todos los rincones del mapa muestran una personalidad propia, sin rastro del copia y pega. Es un mimo especial que se aprecia especialmente en los cambios de distrito, con unas ambientaciones tan dispares que casi parecen obra de diferentes equipos, con diferentes concepciones de lo que debería ser un sandbox, o al menos uno tan particular. Y si esto es una sorpresa, mayor es la de su argumento, que siendo japonés a más no poder no desagrada en absoluto. Tampoco voy a decir que me parezca revolucionario, pero es simple, simpático y lo que es más importante, nunca supone una molestia. Es una historia sencilla que se limita a hacer acto de presencia antes de cada misión, y que en ningún momento aburre o resulta cansina. Muchos no pueden decir lo mismo.

Si os soy sincero, el mayor mérito de este Gravity Rush ha sido hacerme esperar con más ganas su ya anunciada secuela para PS4. Una continuación en la que parece que los pequeños fallos (limitaciones, para ser más precisos) que podía tener el original se arreglarán sin demasiado esfuerzo por parte del estudio. Porque lo mas difícil era ingeniárselas para evolucionar simultáneamente en el terreno del sandbox y en el del hack and slash, y conseguir ambas cosas partiendo de la decisión de salir en portátil. El resultado, a la vista de este remaster, es un título que podría pasar perfectamente como una producción nativa de PS4. Una producción mediana, sí, pero con mimbres de juego grande. Si han conseguido eso, todo lo demás debería venir rodado.