Cuando se es objetivo se presupone que se está aplicando un método adecuado para describir un aspecto de la realidad tal y como es. Esa descripción, además, suele implicar que en el caso de que no existiesen seres reflexivos capaces de realizar esa descripción lo descrito mantendría esas propiedades que se le atribuyen. Si describo la gravedad mediante una fórmula matemática y esa fórmula es capaz de predecir los sucesos que van a ocurrir (una forma de validar esa supuesta objetividad) incluso aunque no haya nadie para realizar las cuentas, entonces esa descripción es correcta o adecuada. Por tanto, la fórmula no depende de un punto de vista concreto, sino que es universalmente válida.
Esto está muy bien para las ciencias predictivas o aplicadas, y apela de manera bastante correcta a lo que podría ser la objetividad. Sin embargo, que una fórmula pueda describir la trayectoria de un planeta no significa que esa fórmula sea el movimiento del planeta. La formula es lo que se llama instancia, esto es, un ejemplo de cómo es el movimiento expresado mediante un medio representacional (las matemáticas) que nos permiten conocer el comportamiento del planeta. Pero el planeta es ajeno a la ley. Quiere decir esto que la realidad, en tanto que objetivable mediante leyes, carece de esa supuesta objetividad que se le atribuye pues la norma matemática no es el objeto en sí (perdón por la metafísica).
Otro ejemplo más conocido, y más confuso aún, es el de la física cuántica: parece ser que cada vez que tratamos de medir algo y, por tanto, producir una descripción de la realidad, la alteramos y por tanto la descripción depende del observador y de cómo éste trabaje la realidad. ¿Esto supuso un impedimento para la ciencia? Sí, porque descubrimos ciertos límites para el conocimiento, esto es, que los experimentos modifican el resultado; y no, porque la mecánica cuántica pese a esta incertidumbre, es la ciencia física más precisa que existe.
Entonces, aunque sea difícil asumir que existe lo objetivo en ciencias tan precisas pero se acepta que puede haber descripciones adecuadas, ¿cómo podemos trasladar esto a otras más difusas como podría ser la Estética, la Historia, la Filosofía o, en nuestro caso, la crítica cultural? Nada más sencillo y problemático a la vez: buscar un método. Si lo que se pretende es ser objetivo podemos utilizar el de la observación, lo que se conoce como declarativo, esto es, describir un fenómeno empírico. Pero hay un problema extremo con esto: la crítica (de videojuegos) sería algo penoso, aburrido y, sobre todo trivial. Solo tendría interés cuando se estuviesen levantado los pilares conceptuales que van a sostener las descripciones como qué es el género de plataformas o expresiones del tipo “tasa de refresco”, “anti-aliasing”, “MMORPG”, etc. Lo que es lo mismo, clasificar el mundo mediante conceptos.
Una crítica del Half-Life 2 siguiendo este método declarativo: Es un FPS en el que vamos desde un tren hasta una torre pegando tiros. El protagonista se llama Freeman. Ayudamos a la resistencia a derrocar un tirano despótico. Acaba de una forma abrupta. Utiliza el motor Source de Valve. Corre bien en un equipo convencional. Los tiempos de carga son ajustados. La física de objetos funciona. Tiene pocos bugs… Podría seguir añadiendo trivialidades objetivas ad infinitum.
El historiador Hayden White señalaba que la Historiografía moderna se inventa sobre el siglo xviii, cuando a las crónicas y anales se le añade una narrativa que logre enlazar los elementos meramente descriptivos. De esta forma la historia alcanza una dimensión humana, esto es, podemos comprender y explicar qué supuso tal o cual acontecimiento, algo que no está explícito en las fuentes originales que se limitaban a describir las cosas. Usa el siguiente ejemplo de registro de sucesos durante la Edad Media.
Año 1100 Se seca el pozo.
Año 1101 Llueve mucho. Coronan al Rey.
Año 1102 Abundante cosecha. El Rey es derrocado.
¿Se puede ser más objetivo en el sentido declarativo? Creo que no. ¿Sirve esto de algo si queremos comprender por qué se secó el pozo, qué supuso para los habitantes de esa región, o qué sucedió con el Rey para que lo derrocasen de un año a otro? No sirve para nada. Incluso con descripciones más complejas, la dimensión humana se nos escapa. Necesitamos que alguien lo explique. De la misma manera mi análisis de Half-life 2 no tenía (aunque alguno hay) elementos narrativos ni explicativos. Me limité a describir lo que todo el mundo puede ver y esto, al final, sirve para bien poco. Es como plantarse ante el Guernica y decir, “es un cuadro que solo usa el blanco y el negro”. Si queremos una crítica objetiva en este sentido, entonces eso es lo que deberíamos aspirar: descripciones declarativas sobre lo que todo el mundo puede ver.
Por otro lado tenemos la subjetividad. Como dije, se identifica la subjetividad con la opinión. Y como opiniones tenemos todos y la experiencia de cada uno es arbitraria pues, por tanto, toda opinión es relativa. Pues de nuevo, sí y no. Sí porque decir obviedades (es decir, algo que es claro y evidente para cualquiera que lo observe) tiene cierta razón de ser, y mejor eso que ser subjetivo. Pero, de nuevo, si estas obviedades tampoco aportan demasiado, tendríamos que hacer algo más y asumir que opinión es igual a relatividad supone un descrédito que, tal vez, no deberíamos pagar.
Que algo sea relativo significa que su descripción (su medición, por ejemplo) depende del sujeto que la esté realizando. De ahí que digamos que los humanos estamos en reposo relativo si permanecemos quietos, mientras que si observamos pasar un coche es adecuado decir que el coche está en movimiento. Pero si hubiese un observador en la Luna podría decir que el coche y nosotros nos estamos moviendo pues la Tierra se está moviendo. Ahora bien, otro observador que estuviese flotando en el espacio podría decir que la Luna, nosotros y el coche se están moviendo. Es decir, no existe una descripción única pues depende desde dónde observamos. Eso es un punto de vista.
Sin embargo, cuando se dice que es relativo en cuanto a la crítica viene a tener una consecuencia indeseable: que ésta es irrelevante porque depende del punto de vista de alguien. Y ese punto de vista depende de su experiencia individual. En otras palabras, depende de cómo ha percibido y sentido el objeto cultural al que pretende criticar. Pero aquí hay otra cuestión difícil de resolver pero interesante que tiene que ver con las obviedades y lo relativo. Parece contradictorio que algo sea obvio (evidente para TODO observador) y a la vez relativo (que depende del punto de vista del observador). De esta forma, que alguien describa su experiencia individual es relativo, pues depende de su punto de vista, pero no necesariamente debe ser obvio, es decir que todo observador comparta esa experiencia. Ahora bien, si la experiencia es individual, única y relativa, debería, por definición, ser inefable: no habría forma de comunicarla.
Esto se ha trabajado en la Filosofía, por ejemplo, con lo que se conoce como el problema serio de la consciencia: todos somos seres conscientes en tanto que estemos conscientes, pero ¿qué es lo que es “ser consciente”? pues parece imposible describir ese estado sin recurrir al lenguaje común con el que expresamos las cosas y esto, amigos, no es ir al centro mismo de la cuestión, sino desviarse para evitar pisar el charco. Pero si volvemos al mundo real y los problemas de la crítica, la cuestión se diluye de forma homeopática: Sí, la experiencia del crítico es subjetiva siempre, pues la experiencia siempre lo es, pero no por ello irrelevante o inefable debido a que puede trasmitirla mediante un lenguaje común que la describa.
Por tanto: sí, los críticos son subjetivos, ¿y qué? Eso no le resta valor a la crítica. En todo caso el problema sigue siendo el método para trasformar esa experiencia subjetiva en algo objetivo, si es que lo objetivo, tal y como se ha descrito, tiene algún valor más allá de resaltar lo evidente. Entonces, ¿cómo lo hacemos para que la crítica sea estándar? ¿Establecemos ítems de rigor? ¿Le damos mayor importancia a unos aspectos sobre otros (por ejemplo, a la jugabilidad sobre los gráficos, la temática sobre la narrativa…)? Porque o bien se encuentra una salida en forma de elementos que sean objetivos que permitan una descripción o bien la crítica es un “me gusta” o “no me gusta”, y dudo que los críticos queramos que la crítica sea así, pese a que mucho del éxito del youtuber se basa en eso. El caso del youtuber, además, es lo que se llamaba crear opinión y que ahora se conoce como ser influencer, término muy adecuado pese al anglicismo, pues describe la capacidad que tiene alguien de contagiar lo que cree sobre una parcela de la realidad a otras personas: pero más allá del elemento de marketing implícito en decirte que esto o aquello debes comprarlo, no sirve para mucho más. Si los críticos queremos ser eso, meros trasmisores de los deseos de las empresas, o fans de algo, o simples máquinas de deseos o disgustos, entonces bien, no hay mucho más que hacer que puntuar el objeto y animar o desanimar efusivamente a que se compre. Como la publicidad es ahora muy sofisticada tal vez tengamos que añadirle un poco de gracia y salero, pero esa es otra cuestión.
Si algo se puede rescatar de lo anterior es que la crítica especializada tiene una labor importante. Debido a la cantidad tan inconmensurable de títulos que salen al año, no viene mal que alguien con tus filias y fobias gaste su tiempo en probar las cosas y luego recomendarlas (o no). De esta manera la crítica tiene un valor incalculable pues ahorra al público su bien más preciado, el tiempo. Pero me resulta insuficiente: que la crítica sea el amigo que te recomienda cosas está muy bien, por esa razón me paseo por Metacritic, para hacerme la idea de si eso está teniendo o no buena acogida o, en otro orden de cosas, para sentirme que eso que me gusta también es compartido por otras personas (profesionales o no). Debería ser algo más (lo planteo como imperativo), pero ¿el qué?
Mi propuesta es que la crítica tiene una labor creativa. Es un producto cultural más que exige del crítico una habilidad muy concreta, saber trenzar con una narración los hilos del objeto cultural de tal forma que emerja un significado que explique el producto dentro de un entorno cultural específico. Esto tiene elementos subjetivos y objetivos, parciales e imparciales. Sirve para compartir la experiencia y a la vez especificar aquello que es evidente. Criticar es ver un objeto siendo de una manera determinada pero aplicando ciertos elementos de rigor que permitan trasmitir las impresiones sobre el objeto otorgándole un sentido determinado. Esto implica juicios evaluativos (lo que está bien o lo que está mal) sobre lo técnico, el diseño, la accesibilidad o cualquier otro ítem que queramos agregar, pero también es desentrañar un significado más profundo e invisible que posibilita un horizonte de significados nuevo al lector (y al propio crítico). En otras palabras, ir más allá de lo obvio. Esto solo se consigue pensando mucho sobre el objeto, leyendo lo que los demás dicen sobre él y cruzando ese objeto con otros objetos que los signifiquen o a los que refiera. Pero esta es una cuestión que deberá atenderse en otro momento.
El gran problema de la crítica, cuando el público le recrimina alguna cuestión, está en algo que se comentó en la primera parte: se confunde ser objetivo con ser imparcial. Son cosas diferentes. Mientras que ser objetivo es describir algo como es y que todo el mundo pueda apreciarlo por igual, la imparcialidad implica que un juicio de valor emitido (el cual nunca es evidente por sí mismo) no esté influenciado por elementos ajenos al objeto en sí, como podrían ser los intereses económicos, el amiguismo, las fobias y filias, etc.
En este sentido sí podemos decir que un crítico, según su parcialidad, es adecuado o inadecuado para según que trabajo. Si eres de los que solo disfruta con el cine kazajo resultas, en principio, un crítico poco adecuado para reseñar Avenger: The Age of Ultron. Y no es porque no puedas ser objetivo, ya que eso lo puede ser cualquiera que describa lo que percibe, sino porque no vas a poder explicarlo adecuadamente. Por otra parte, si se es subjetivo, tu explicación va a tener también demasiadas carencias. Es el caso de Carlos Boyero con Star Wars VII, no era para nada el crítico adecuado para esa película, debido a que sus herramientas de análisis están ancladas en el cine clásico americano de los años cincuenta. Como tampoco sería adecuado un fan acérrimo de las películas porque siempre es parte interesada (incluso si la pone a parir). Por eso los jueces se inhiben en ciertas causas por incompatibilidad: hay cosas a las que debemos decir que no porque saben que van a ser parciales.
De ahí surge uno de los mayores inconvenientes de la crítica, reseñar a los amigos. Este es el caso más evidente de si el critico se debe de retirar: ¿cómo ser parcial en un caso así? Otro problema serio: criticar a una distribuidora que te suministra los juegos para reseñar, ¿juega esa distribuidora al fair play y está dispuesta a una evaluación o solo quiere que seas un mero virus de contagio para vender su fármaco? Por este motivo, la crítica no puede hablar de objetividad y subjetividad, porque explicar un producto (criticarlo) no es decir solo si es bueno o malo como el filete que me comí ayer, sino aportar algo más (o señalar qué aporta) un determinado objeto: y esa es una labor creativa. Sobre este problema de criticar a amigos y empresas hay un especial con la prensa en nuestro podcast que deberíais escuchar.
Por tanto, cuando estamos criticando la pregunta para hacerse no es ¿estoy describiendo las cosas con mis propias palabras?, porque es un sinsentido, sino ¿estoy siendo imparcial? ¿debería inhibirme y pasarle la crítica a otra persona? pero la cuestión más importante es ¿estoy aportando algo con esta crítica o solo me limito a imponer mis gustos personales? ¿sirvo a unos intereses o creo que soy ajeno e imparcial?
En fin, muchas preguntas y tal vez demasiadas pocas respuestas. En cualquier caso, lo objetivo, tal y como se plantea aquí, es un mito que se cimenta sobre una paradoja. La única manera de cortar el nudo es mirar a otra parte y aceptar que el trabajo de la crítica no es ser objetivo, pues no aporta nada, sino, en todo caso, tratar de ser imparcial, en el que al menos existe el cobijo de la creatividad.
Es un FPS en el que vamos desde un tren hasta una torre pegando tiros. El protagonista se llama Freeman. Ayudamos a la resistencia a derrocar un tirano despótico.
Aquí seria a lo que para la «resistencia» es un «tirano despótico»
Acaba de una forma abrupta. Utiliza el motor Source de Valve. Corre bien en un equipo convencional.
Corre bien en un equipo «convencional»? Depende de lo que para ti sea un equipo «convencional»
Los tiempos de carga son ajustados.
Really? Ajustados a que? Si tenemos en cuenta el tiempo medio de carga de todos los juegos? O solo a los que tu has jugado?
La física de objetos funciona. Tiene «pocos» bugs…
Otra mas.
Todo esto es subjetivo a tu opinión y experiencia personal, claro que, todo esto es según mi opinión.
Hombre, es un ejemplo de cómo puedes tratar de describir algo. Podía haber dicho: «esta manzana es roja, tiene sabor ácido y está sobre la mesa» y en ningún momento he descrito el concepto «mesa», «Rojo» «ácido» o «manzana». Pero, en el texto añado que incluso en una descripción muy adecuada a lo que todo el mundo puede percibir se cuelan siempre algún detalle que forma parte de la opinión y no como hecho objetivo (por ejemplo, como destacas, el uso de un epíteto solo puede ser considerado desde una perspectiva concreta, «rojo» es una experiencia fenomenológica que solo puede ser descrita desde el lenguaje común pero que no puedo compartir con nadie más; o desde otro punto de vista: Como dices, si digo que corre bien en un aparato «convencional» ¿qué quiero decir? ¿me refiero a los ordenadores que he tenido o los de la NASA?).
Ahora bien, es que el artículo se llama «el mito de la objetividad» precisamente porque ser absolutamente objetivo es una quimera que normalmente se le exige a los analistas y que no se puede lograr. De hecho, parece que me acusas en tú última línea de que no he sido objetiven la descripción de Half-Life dado que es «subjetivo a tu opinión y experiencia personal» ; bueno, pues sí, claro: es la tesis que trato de defender, que ser «objetivo» o bien es imposible o bien resulta poco o nada interesante en el análisis de un producto cultural. En otras palabras, que la opinión no es una asunto relativo, sino que puede estar justificada y ser más valiosa (que no válida o correcta) que una descripción objetiva de la realidad. Por eso el arte es tan complejo de criticar, porque las descripciones objetivas (como se hacen en la ciencia) no sirven para abordar un el objeto cultural. De hecho tu comentario refuerza esta tesis que propongo.
Un saludo
«De hecho tu comentario refuerza esta tesis que propongo.»
Gracias, era lo que intentaba explicar, un saludo y muy buen foro.
Hola. Interesante artículo. Me dejó pensando un par de cosas. Está claro que el análisis a un videojuego no debe ser objetivo (podría, pero sería como tú ejemplo de half life) pero ¿puede ser en parte objetivo? Digamos un 50-50, objetivo y subjetivo, o el porcentaje que tú quieras. Imagino es lo que la mayoría intenta a la hora de escribir un análisis ¿no? Lo que me lleva a pensar que el problema está en el lector. (De ahí la necesidad de hacer este artículo) pero también de los redactores. ¿El lector como puede tener claro que ese redactor conoce del género de ese videojuego que va a analizar? Aún lo sepa es imposible que el redactor acierte en todo lo que quiera escuchar el lector, pero al menos estará más cerca de la construcción de un mejor análisis ¿no? Para mí un método cuando quiero saber de un videojuego es solo buscar los análisis de las personas que se acerquen más a mis gustos. Tengo claro que Pep Sánchez lo escuchare cuando hable de cierto tipo de juego, o que Dayo me ayudara con otro tipo, o que un conjunto de personas y opiniones me ayudan a definir qué podría ofrecerme un videojuego a mi. Pero cuando llegó a una nueva revista me es difícil confiar en la opinión de las personas ya que no sé de ellos. (Me pasa con Antihype por ejemplo) ¿No crees que hace falta una mejor plataforma que nos permita a los lectores saber de forma general los gustos de un redactor o el género que más conocimiento tiene? Pienso que el lector tiene la tarea de conocer mejor al redactor pero falta la plataforma que facilite eso, se puede con el tiempo, pero hay quien no tiene ese tiempo. ¿Qué opinas sobre esto? No se puede llegar a un análisis objetivo, pero tal vez ese análisis subjetivo podría ser mejor si lo hace la persona indicada y si el lector conoce mejor a esta persona.
Gracias por el comentario Cinerichard.
Planteas dos cosas bastante interesantes. ¿Se podría hacer como una especie de media entre lo objetivo y los subjetivo en una crítica? y algo así como que ya va siendo hora que empecemos a ver «especialistas» no en juegos sino en géneros, autores (o cómo lo preteramos llamar).
Sobre lo (1): Creo que una crítica equilibrada es la que más o menos tiene en mente cumplir cierta cuota de objetividad con la de la subjetividad. En este sentido, el crítico siempre describe el producto más o menos como es (género, duración, problemas de frames, bugs, algunos aspectos formales…) y luego lo que opina sobre este producto (hablamos de los análisis, claro, se supone que una crónica o un breve entran dentro de otra categoría en el que prima lo descriptivo).Creo que los analistas deberían dedicar el menor tiempo posible a lo descriptivo por varios motivos, la menos en la prensa escrita, debido a que en un mundo como en el que vivimos en el que la imagen es más importante que la palabra, todos los elementos descriptivos suelen poder verse en vídeos o fotografías sobre el objeto cultural, por lo que, ser obvio debe reducirse a la mínima expresión (ahorras tiempo al lector y vas más a lo que quieres decir; por ejemplo, que una descripción sirva como elemento para el análisis y no tanto como descripción).
(2) en esto hay mucha tela que cortar y muy interesante. Hay dos aspectos, el del lector (que tú señalas) pero también y el del redactor. Empiezo por el redactor: como señalo, una de las consecuencias de que el videojuego sea cada vez más complejo es que no todos los redactores estamos ya preparados para la diversidad de géneros y juegos: como sucede con la literatura, el cine o cualquier otro fenómeno complejo, puedo tener un conocimiento general del medio pero que carezca de las herramientas necesarias para poder abordarlo. Esto exige del crítico que las adquiera en la medida de lo posible (que se podrían resumir en que sepa cómo analizar, que no es tan fácil) y, por otro lado, que tenga la libertad de inhibirse (o que no le den) determinado tipo de análisis. En otras palabras, especialistas. Aunque es cierto que una persona que conoce el medio puede abordar cualquier tipo de análisis, entiendo que será menos certero con aquellos géneros con los que sea más afin o más haya practicado y conozca que con lo que no. A mí si me dan un disco de Alejandro Sanz te lo puedo criticar e incluso a lo mejor me sale un análisis simpático… Pero ¿bueno? ¿adecuado? ¿imparcial? Lo dudo mucho si de salida mi fobia por Sanz está latente. En los VJ me sucedería con los juegos de lucha o los MOBA: no los practico y aún no conozco suficiente el medio ni otros detalles necesarios para que sea parcial. Claro que no siempre se puede uno inhibir porque los lugares de crítica de VJ no son la redacción de El País y tienes que hablar de juegos para los que no te sientes del todo preparado.
La segunda cuestión es la del lector: El sentido que propones es el de la confianza. Como no sé bien de qué pie cojea el redactor no sé hasta qué punto puedo fiarme de su criterio, sus conocimientos, aportaciones, etc. En efecto tienes toda la razón: por eso la gente que lea un análisis debería mirar el nombre del que lo hace, es la única manera más o menos lúcida de que alguien intuya si le merece la pena continuar leyendo (sobre todo en las webs en las que no puntuamos). Si conoces el trabajo de Dayo ya intuyes sus filias y fobias, donde es más o menos objetivo o, de manera más amplia, qué vas a encontrar (no sé, un análisis más sesudo o de elementos muy específicos, más abierto o cerrado, etc) Pero esto tiene un peligro evidente: el redactor se convierte en la estrella y el producto es secundario en cierta medida. Se corre el riesgo de que el redactor se convierta solo un vendedor de juegos, y creo que eso es lo ultimo que debería ser (recomendar tiene un fin de expandir la experiencia, al menos en un sentido benévolo de la interpretación de la palabra y no de dictar qué debes comprar).
En efecto, el lector tiene más capacidad para saber qué busca si tiene esa información que comentas. Pero no creo que porque sepas quién lo hace ni que esa personas sea más «indicada» pueda ser el contenido más o menos objetivo. De hecho, podría ser «peligroso» por esa consecuencia no deseada de convertir la prensa especializada solo en unos meros vendedores a sueldo (pero sin cobrar) de las distribuidoras. Algo que creo que hay que evitar a toda costa.
Por este motivo propongo que el análisis crítico debe tener cierta parte en la que bien, pues te puedo recomendar o no de forma más o menos explícita un VJ, pero la intención es que la lectura enriquezca la experiencia del videojuego. Que se de una lectura desde la posición del crítico utilizando herramientas que aunque pudieran no ser objetivas (en el sentido científico) al menos que sea parcial. Claro, que esto tiene también un importante escollo: no toda la crítica pueden ser análisis explicativos porque corres el riesgo de que solo te lean los que lo hayan jugado porque los que no tratarán de que no les estropees su experiencia. Te van a leer después de que terminen. (a mí no me preocupa mucho porque es lo que yo hago, lo leo después de jugar, pero en fin, entiendo que esto no puede ser así en todos los casos). Por tanto, en mi caso, trato de que los primeros párrafos adelanten algo sobre mi lectura del juego y introducir esos elementos «objetivos», o, en menor medida, si lo recomendaría (pero esto último en menor medida); de esta forma si el lector quiere abandonar la lectura a la mitad más o menos se hace una idea de lo que propongo, y luego, si le apetece retomarla cuando lo haya jugado.
De todas formas, es un asunto complicado que merece un debate profundo, donde creo que se pueden ir aportando pequeños detalles que estructuren mejor nuestro trabajo y en donde el lector también se ve involucrado por su parte ya-no-tan-pasiva como sucedía con el medio del VJ en los ochenta, en los que la interacción con los redactores se limitaba a las «cartas del lector» y poco más.
Un saludo