Easy mode unlocked Opinión: La dificultad en los videojuegos

“Al público no hay que dárselo todo masticado, como si fuera tonto. A diferencia de otros directores que dicen que dos y dos son cuatro, Lubitsch dice dos y dos… y eso es todo. El público saca sus propias conclusiones” –

Billy Wilder

– He de confesarles una cosa. (Me pongo en pie. Aprieto con gesto histriónico mis manos. Miro al suelo. Nervios. Tensión). – Vengo de otra época. (Silencio, nadie dice nada, no hay ni un ruido. Me aclaro la garganta, ligero carraspeo, miro a los lados y entre la penumbra de la habitación veo que nadie me mira a los ojos. La persona que ocupa la silla central apunta. Ojos vivaces. Mano ágil).
– VEN-GO DE O-TRA É-PO-CA, repito levantando un poco más la voz. (Nada. Ni un ruido. Vale, me lo van a poner difícil…)
– Muy bien, le entendemos. (Ahora sí me mira a los ojos). Por favor, no se ponga nervioso, y empiece por el principio, solo así podremos ayudarle.

– (Suspiro) Vale, por el principio. OK, allá vamos. (Busco en mi memoria.) Lo primero que recuerdo fue que intentaba llegar a la Atlántida. Pero fue un viaje lleno de dificultades. (A mi mente vienen imágenes azules de una biblioteca, por la que iba cayendo a los pisos inferiores. Unas piedras de…. orichalcum? Puede ser. Un desierto también. Algo de una camión y una bujía. Y un látigo. Confusión) Siento que no podía hacerlo, cada poco me perdía, necesitaba hablar con alguien que me ayudara, pero nadie sabia nada y yo …, yo…
– Relájese por favor, esta entre amigos. Respire hondo y continúe.

– (Mis recueros cambian.) Ahora estoy en el cuerpo de una mujer. Tengo una coleta larga y dos pistolas. Miro para abajo y…. DIOS, NO, NO PUEDE SER….
– Tranquilo, respire y díganos que ve.
– Mis pechos son dos triángulos.
– …
– Oigo de fondo el rugido de un oso. Tengo frente a mi una pared hecha de pixeles marrones. No sé cómo, pero estoy seguro de que tengo que subir por ahí.
– Perdone, está “seguro” o “segura”?
– (Mirada mortal. Directa a tus ojos.)
– Entendido, disculpe. Continúe.

– Intento subir por la pared, pero no puedo, No veo el camino. Salto, pero mis triángulos pectorales rebotan contra el muro de pixeles. (Sudo copiosamente). Llevo casi dos horas tratando de subir, pero no puedo más. No veo el camino, todo es igual, y ya he pasado por aquí decenas de veces buscando la salida, pero nada. Esto es tan difícil. No podía hacerlo, necesitaba hablar con alguien que me ayudara, pero nadie sabía nada y yo …, yo…
– Bien, bien… No se preocupe. Cierre los ojos y espere unos instantes.
– (Cierro los ojos. 5 segundos. Abro una rendija. Veo que las sombras cuchichean entre ellos. ¿Sonríen?. Uno niega con la cabeza. O se desentumece. No veo bien)
– Libere sus pensamientos de esa pared, y piense en otra cosa.

– Vale, vale… Pensar en otra cosa. (Cierro los ojos. Los aprieto fuerte. Empiezo a ver puntos luminosos. Giran. Se vuelven dorados. Abro los ojos. Los triángulos que tengo por pechos se mueven, se me suben a la cabeza, ahora hay más de dos, HAY MUCHOS, Y SE PONEN EN LA PARTE DE ATRAS DE MI CABEZA, SE TRANSFORMAN EN ¿PELO?¡¿MECHONES DE PELO TRIANGULAR?!. SE VUELVE AZUL, Y YO…., YO…. ¿SOY UN PUTO ERIZO?…… LOS PUNTOS LUMINOSOS, SE TRANSFORMAN EN AROS DORADOS Y YO QUIERO COGERLOS TODOS, ME MUEVO COMO EL SEÑOR LOBO, A TODA OSTIA, Y QUIERO COGERLOS TODOS, MI TESOOOOORO…..
– TRANQUILO, ¡¡¡RELÁJESE!!!
– ¡¡¡NO PUEDOR, NO PUEDOR!!!

 

(Oscuridad. Silencio. No hay nadie. Me han dejado solo. Veo las sillas vacías. Ahora ya no estoy de pie. ¿Estoy atado a algo?. No puedo mover los brazos ni las piernas. Trato de girar la cabeza para ver donde estoy atado, pero no puedo. Estoy en un ángulo de 60º, mirando hacia el techo, pero si bajo la cabeza todo lo que puedo, soy capaz de ver las sillas.)

(Oigo un murmullo. Entreabro los ojos. Los veo entrar. ¿Cuántos son? Está muy oscuro. Sombras. Se mueven. Sillas que se arrastran. Se sientan, coño. (Una voz con bigote y sombrero raro dentro de mi se ríe. No entiendo la broma. Seré muy joven) Ruido de papeles. Murmullos de nuevo.
– ¿Está despierto?
– No lo sé, no soy capaz de distinguir la vigilia del sueño.
– (Más murmullos. ¿Han dicho no merece la pena continuar?)

– Estoy, listo, de verdad, estoy listo. Sigamos, pero suéltenme por favor.
– Queda poco, ya casi hemos acabado. ¿Se acuerda de la última vez que hablamos?
– Claro, hace unos minutos.
– No es cierto. Han pasado casi 15 años.
– (Están locos.) No, han pasado unos minutos.
– Le repito que no es así. Han pasado 15 años desde que hablamos por última vez.
– (Fijo la vista en él. El tipo de la silla central. El único que me mira. Aún en la penumbra, veo que su rostro ha envejecido.Ni de coña, es imposible) ¿Cámara oculta, es eso?
– No, no es eso. Estamos en 2015. Nos ha costado mucho encontrar hardware compatible con usted para despertarle de la hibernación.
-¿Qué?
-Nada, es igual. Vamos a empezar. El proceso es el mismo. Deje su memoria en blanco y cuéntenos que le viene a su… cabeza.
-(Boca pastosa. Miedín.) Necesito un vaso de agua.
– Imposible. Tiene ahí dos caramelos para aclararse la garganta.
– (Miro a la derecha. Dos Sugus. Uno de piña y otro de fresa. Una pastilla azul y otra roja. Esto es muy raro.)
– ¿Se encuentra usted bien?
– Sí.
-Pues continuemos. Cierre los ojos y concéntrese.

– (Nuevamente, me concentro en los primeros recuerdos. Sorpresa. Ya no me vienen las imágenes de la Atlántida. Ahora veo…) – Juguetes. Mecánicos.
– ¿Cómo dice?
– Estoy en una fábrica de juguetes mecánicos. Está parada. Es muy grande, pero sé lo que tengo que hacer, no tengo dudas.
– ¿Cómo es eso que sabe lo que tiene que hacer?¿Ya había estado ahí antes?
– No, pero cuando tengo dudas, en mi mente veo lupas gigantes que me dicen adonde tengo que ir, o que tengo que coger. Es raro, ya no tengo que pensar.
– Entiendo.
– Pues yo no. No entiendo nada.
– Lo entenderá todo. No se preocupe y continúe por favor.
– Yo, ahora… estoy en un tren. Rodeado de nieve. Rodeada, perdón.
– ¿Mujer otra vez? Lo suyo ya parece vicio… Disculpe, prosiga por favor. ¿Encuentra usted dificultades en ese juego?
– ¿Juego? ¿Esto le parece un juego para usted? ¡Esto es mi vida!
– Mis disculpas. No se overclockée, por favor, y continúe. Repito la pregunta: ¿Encuentra usted difícil avanzar en ese… recuerdo?
– Joder, no… Es todo demasiado… sencillo.

– ¿Mas que cuando avanzaba por la Atlántida?
– Sí, mucho más. Además, tengo la sensación de que si tengo problemas, una mente colmena me ayudará. No se quien, ni cómo, pero lo sé.
– (Murmullos….) ………..int***et………….g**g*e……….
– Vale. Entendido. ¿Recuerda algo más?
-La verdad, ….si. (Miro hacia abajo. Me veo vestido con….) – … Una túnica… blanca.
-¿Túnica?
– Si,.. Soy una especia de… ¿monje?
– ¿Qué mas recuerda?
– Me recuerdo a mí corriendo sin parar, subiéndome a estructuras altas. Y yo… me…. Sincronizo.
– ¿Sincronismo? ¿Es como el chiste del teto y la piragua?
– ¿Que?
– Nada. ¿Para que se subía ahí arriba?
– Para agacharme en un palo de madera que sobresalía. Al borde, donde cagaban las gaviotas.
– …

– …
– OK. ¿Se acuerda que cuando tenía pechos triangulares? ¿Le resulta más fácil ahora o antes subir por la pared?
– Mucho más fácil ahora. Simplemente tengo que pensar en subir y trepo a toda velocidad sin esfuerzo.
– ¿Y le resulta difícil saber adónde dirigirse?
– No, simplemente tengo que ir al punto del minimapa.
– El…. ¿Minimapa? Ya. Está claro. Bueno, voy a hacerle una última petición.

– Dígame.
– Imagínese que es usted un alma oscura. Y que…, no sé, deambula usted por una serie de mazmorras, oscuras, luchando contra criaturas mas poderosas que usted…. Que muere cientos de veces, y tiene que volver a empezar desde el inicio, perdiendo todos los avances logrados, y entonces una y otra vez ust….
– No, por favor no. Se lo ruego…no. NO. NOOOOOOOO. DÉJENME EN PAZ. ES UN INFIERNO. YA NO ESTOY PREPARADO PARA AGUANTAR ESA VIDA TAN DIFICIL. NO QUIERO COSAS QUE ME CUESTEN ESFUERZO. QUIERO ESCALAR PAREDES SIN HACER NADA. CUANDO ME PIERDA, QUE UNA FLECHA ME INDIQUE A DONDE IR. (Hipidos. Lagrimas. Cansancio.) no puedo más… No me hagan esto. Es muy difícil. Quiero cosas fáciles… (escucho el ruido de la silla al desplazarse. Ruidos de pasos arrastrándose se acercan).
– Lo siento, créame que lo siento. Pensamos que eras el elegido, pero debemos de continuar buscando.
-(Siento que me acaricia la cabeza. Siento un tirón de mi pelo, muy fuerte, y una descarga. Se me cierran los ojos. Silencio. Silencio muy fuerte.. La nada.

El anciano sostiene el cable de corriente en la mano. Lágrimas resbalan por su cara, mientras mira el viejo pentium.
– Lo siento amigo, pero tú tampoco eres el elegido.
El anciano se da la vuelta, camina hacia la salida. El resto de sus compañeros se levantan y le acompañan. Uno le palmea cariñosamente la espalda. Se encogen de hombros. Llegan a la puerta. Apagan el interruptor, salen y cierran la puerta.
Mientras el hilo incandescente de la bombilla se va apagando, al lado del viejo ordenador solo queda un Sugus. Es el rojo.

Game Over.