AntiHype programa de radio y web sobre la actualidad del mundo d los videojuegos
Que la fauna que suele poblar la gran mayoría de los juegos online es para plantearse darse de baja del adsl es algo que a estas alturas no creo que sorprenda demasiado a nadie. Por desgracia, y mal que nos pese a los que creemos firmemente que el multijugador debería ser uno de los campos naturales donde experimentar con el potencial artístico e incluso transformador de esto de los jueguicos, años de teabaging y de chistes muy baratos sobre nuestras madres nos han demostrado que no, que la peña va muy a tope y que al final el jugador medio que habita estos ecosistemas no pasa de ser una versión digital del señor que va al futbol a insultar muy fuerte al árbitro y hacer sonidos simiescos cuando saca un negro porque su trabajo es una mierda y folla muy de cuando en cuando.
Por esto Journey fue tan especial, y por lo mismo resulta fácil emocionarse y sentir algo parecido a una esperanza pequeñita al observar lo que sucedió recientemente en un servidor público de H1Z1, el MMO zombie de la extinta Sony Online Entertainment, reconvertida ahora en Daybreak Game Company por obra y gracia de un intercambio de cromos entre señores con corbata. Concretamente se trataba de un servidor perteneciente a la modalidad Battle Royale, que como podréis deducir sigue las reglas de la obra maestra de Fukasaku y del plagio infame que supuso Los Juegos del Hambre: un furibundo todos contra todos en un escenario cerrado con zonas de peligro que se inundan de gas venenoso para potenciar la movilidad, y un único superviviente.
Esto es, claro, salvo que los participantes se nieguen a matarse entre ellos. El resultado, obviamente, es el que estáis imaginando. EXACTAMENTE el que estáis imaginando.
