El muñeco de trapo, la rana, el pájaro y el calcetín que emocionaron a Garci Análisis Little Big Planet 3

Soy un zote creando niveles, para qué negarlo. Dame la oportunidad de crear algo maravilloso con unas herramientas maravillosas a mí alcance, y lo mas seguro es que todo degenere en un caos absoluto con dinosaurios nazis, explosiones y mi risa psicopata acompañando todo. No se me da bien, porque aunque sepa que de tener la suficiente paciencia algo fructífero podría hacerse, tiro la toalla en el momento que veo algún explosivo en la caja de utensilios. Por eso lo más inteligente en mi caso es dejar el puesto a alguien con un poco más de autocontrol, en este caso mi hermano de 10 años. Por mucho que le suplicase alguna locura, el chaval tenía un fin claro al que llegar. Crear un mapa en el que alguien más pueda disfrutar de sus ideas y en cierta manera la forma en la que ve los videojuegos y sus posibilidades, y no únicamente meterlos dentro de un laberinto del que saldrán maldiciendo su nombre.

Esta explicación no viene como ejercicio de honestidad, únicamente la quiero utilizar para explicar las dos vertientes de jugadores que se van a aproximar al juego. Por un lado tenemos a la comunidad de creadores, gente que es capaz de volcar horas y horas hasta que logran comprender la utilidad de todas las herramientas que ponen a nuestra disposición. Y por el otro, los patanes que simplemente disfrutamos de sus creaciones una vez que las vemos subidas. Por supuesto las estrellas son los creadores, a los que parece se les ha querido brindar todavía más posibilidades si cabe. Partiendo del hecho de que ahora los escenarios tienen hasta 16 capas de profundidad útiles, algo que sobra decir que rompe con ese pseudo 2D con el que contaba la saga. Exagerando un poco se podría decir que sigue la misma filosofía que durante el paso de los 16 a los 32 bits siguieron los desarrollos: si bien es cierto que contaban con unos mapas donde podíamos desplazarnos en tres ejes, el arraigo de tantos años pudiendo movernos solo adelante y atrás, con algún salto esporádico, todavía pesaba demasiado.

Por eso, aunque nuestro entorno de creación haya crecido de una manera lógica, las herramientas todavía siguen recordando de donde vienen y que lo que podíamos hacer con ellas, en cierto sentido estaba muy limitado y enfocado al 2D. Aunque no llega a ser un problema que no podamos resolver con ingenio, porque pese a ser cierto que las herramientas pueden estar no del todo bien enfocadas, el número absurdo de elementos que podemos llegar a utilizar e ingeniar consigue, por norma general, que una vez con las manos en la masa no sintamos tener ese hándicap en mente como un mantra que nos arruine la experiencia.

Porque si además de ese pequeño salto contamos con la posibilidad de crear nosotros nuevos objetos, o más bien de modificar los ya existentes, ya sea juntándolos entre sí o cambiando sus propiedades, el abanico se abre como nunca antes habíamos visto en la saga. La posibilidad de conseguir, aunque sea por tus propios medios, saltarte muchas de las limitaciones que brinda el creador confiere al juego una dimensión mas allá de lo que habíamos visto en cualquier entorno de creación dentro de un videojuego.

desgraciadamente esto también trae una parte negativa, y que desde siempre ha sido una característica de Little Big Planet. Cuanto más intentamos hacer, más se complica todo. Es cierto que con el suficiente interés y tiempo no va a dar ningún problema a nadie, y que tal vez no tengas ninguna duda después de haber invertido 20 horas trasteando con él, pero siendo realistas poca gente va a tener la voluntad o la posibilidad de llegar a ese punto.

El resto de los mortales, simplemente, nos tendremos que aguantar, disfrutando de una jugabilidad que por fin ha escuchado las muchas criticas que se le hacían a sus predecesores. En la que por fin han decidido ceder sobre las físicas tan extrañas que tenían los personajes al saltar o moverse y convertirlo en un plataformas más normal, pero también en uno mucho mejor. Todavía no se puede decir que este a la altura de un Rayman o un Mario, pero gracias a la inclusión de los nuevos personajes, cada uno con sus habilidades y características muy remarcadas, el juego se vuelve mucho más interesante para todos los que simplemente queremos entrar en él y probar algún que otro nivel creado en la comunidad.

Y toca llegar a un punto que al menos para mi es curioso. He jugado Little Big Planet 3 en Ps4, y ciertamente no podría diferenciarlo de una versión en Ps3 o de cualquier titulo de la saga. Ojo, no lo digo como algo peyorativo, es precisamente lo contrario. Lo que comenzo Media Molecule y ha continuado Sumo digital es un ejemplo perfecto de las razones por las que un trabajo artístico a la altura resulta mucho más interesante y útil que cualquier titulo ultra dopado con la última versión de Unreal Engine y un Pc de la Nasa moviéndolo.

No se le puede echar absolutamente nada en cara, ya que lo que nos muestra en todo momento es solido, y si bien es cierto que hay algunos trucos para evitar que nos fijemos demasiado en algunos puntos que pueden marcar su existencia intergeneracional, lo único que termina importando es que no vamos a verlos, gracias a algún personaje especialmente carismático, o una saturación de elementos en el entorno que camuflen automáticamente ese área menos trabajada. A fin de cuentas, es algo que Nintendo lleva haciendo años y que por ahora le sigue dando unos resultados soberbios, y puestos a copiar a alguien mejor que sea al empollón de la clase, supongo.

No puedo animar a comprar Little Big Planet 3 en masa, y menos todavía si ya tenéis algún otro titulo de la franquicia y no disfrutáis demasiado en el modo creación, pero realmente para ser un título que, seamos honestos, se  ha menospreciado muchísimo, finalmente consigue en cierta manera resultar relevante, y mas aún con esas señales hacia el nuevo rumbo que parece tomar la saga. Una saga que, sin olvidarse de los hooligangs de la creación de niveles, cada vez hace más guiños al pobre diablo que solo va a ver el partido cuando se aburre mucho o se entera de que va a ser realmente épico.