De tripas corazón GAMESCOM 2014: Primeras impresiones de The Evil Within

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Nunca me han gustado los Survival Horror. En general, el concepto del terror como pasatiempo, ya sea en juegos, cine o literatura, ese pasarlo mal para pasarlo bien, es algo que siempre me ha parecido un tanto marciano. A fin de cuentas, estáis ante una persona que en su juventud sufrió terribles pesadillas con El secreto de la pirámide, y que hasta una edad mucho más avanzada de lo que le gustaría reconocer temblaba ante la simple mención de las películas de Freddy Krueger. Y quien dice películas quiere decir los anuncios.

Me parece importante aclarar esto, porque un servidor es cobardica pero honrado, y porque da una medida bastante fidedigna de con qué expectativas me acercaba esta misma mañana a probar durante nada menos que una hora la última de las obras del señor Shinji Mikami, sin una mala magdalena que llevarme al cuerpo y con el fortísimo café aleman comenzando a hacer estragos sobre mis ya temblorosas rodillas.

Por suerte, y que no me malinterpreten los fans de la truculencia y el macabreo más hardcore, lo que me he encontrado dista mucho de ser una de esas tormentas perfectas de la angustia interactiva tan de moda ultimamente. No quiero decir en absoluto que se trate de un paseo por el parque, porque el juego, amén de desafiante, es malsano como el que más, pero por suerte donde de un tiempo a esta parte sus compañeros de clase parecen más preocupados de generar la mayor cantidad de videos de reacciones extremas en youtube, el papá de Resident Evil echa la mirada atrás con tino y se apoya en algo menos efectista pero incomparablemente más solido: las mecánicas y la jugabilidad.

En un primer momento, las mimbres parecen las esperables de un survival del año 2014. Combate en tercera persona, desplazamiento y disparo simultaneos, gestión de recursos condicionada por la escasez de los mismos y nada que no hayamos visto en cientos de títulos del ramo. Y en esencia asi es, pero por fortuna sabe introducir a tiempo ciertos ingredientes que funcionan en dos sentidos igualmente importantes: salpimentar unas mecánicas que de otra manera sonarían a vistas, y cimentar el que puede que sea su mayor hallazgo, la gestión del ritmo.

Normalmente, este tipo de experiencias tan centradas en el encontronazo fortuito, el ataque por la espalda y demás scare tactics de manual sufren al dejar en manos del jugador los mandos y el itinerario del tren de la bruja. The Evil Within resuelve esto de la manera más elegante posible, dejando al jugador recorrer el escenario a su antojo ( ni minimapa ni waypoints que destrocen la inmersión ) pero manejando su devenir mediante el riesgo y la recompensa.

El primer resorte para ello es el sigilo. Por defecto, es la posición más ventajosa para el jugador: permite efectuar ejecuciones, ahorra munición y nos facilita desactivar las abundantes trampas repartidas por el mapeado, vinculadas asimismo a un minijuego en el que el éxito nos proporcionará nuevamente preciados recursos con los que craftear nuevos proyectiles. El propio jugador se impone a si mismo un ritmo pausado, con tiempo para observar los detalles de cada estancia e imbuirse de la cuidadísima ambientación del juego. El sigilo, además, nos permitirá superar silenciosamente los cadáveres de los enemigos que nos crucemos por los pasillos, otra ventaja más que se torna en complicación cuando entra en juego la siguiente pieza del puzzle: los muertos se levantan, y si nos detenemos demasiado el enemigo superado en la anterior esquina puede suponer un ataque por la espalda en el siguiente enfrentamiento. Lento, pero constante.

La única manera de evitar esto es el fuego, incinerando con una antorcha o simples cerillas ( ambos recursos finitos, un nuevo dolor de cabeza ) los cadáveres nada mas besar la lona para poder avanzar seguros. Y si todo esto falla, y el jugador se distrae más de lo conveniente, entrarán en escena los fantasmas, unos amigos de la niña del pozo de Ringu ante los que nuestros ataques no servirán de nada y solo nos quedará correr. El tren de la bruja sigue su curso.

Y resultará complicado no distraerse, porque aunque bien es cierto lo que se venía avisando de que el juego en lo técnico resulta algo decepcionante, su apartado visual consigue salvar los muebles apoyándose en un acertadísimo apartado artístico, que juega con maestría con el diseño de las estancias y reviste los escenarios con gran cantidad de grabados, pinturas y manuscritos que apoyan la narrativa y consiguen tocar esa parte oscura de nuestra mente, aquella en la que lo enfermizo se torna atrayente, y lo grotesco resulta extrañamente seductor. Y así, como comenzába este artículo, el juego elige ser sincero desde el principio y en su mismo título nos muestra su golpe ganador: nuestro mal interior.

Acerca de Enrique Alonso

Nintendero en el exilio y faro de la moral de occidente. Adicto al PSG y a las Lays Gourmet de corte fino. En bañador gano mucho.

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Un comentario

  1. Felicidades por el texto. Este «The Evil Within» promete lo que las secuelas del clásico «Resident Evil» desde su quinta entrega nos ha negado: una jugabilidad adaptada a los tiempos y con los cimientos sustentados en la supervivencia y, sobre todo, en el suspense.

    Después de leer el texto, creo entender que los amantes de este género estamos de enhorabuena.

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